BEATIFICACIÓN GUADALUPE ORTIZ DE LANDÁZURI
Todavía resuenan los ecos de la beatificación de Guadalupe Ortiz de Landázuri. Y seguro que lo harán por mucho tiempo más ya que, sin duda, fue un momento que ya forma parte de nuestra historia. También de la de Alumni College. Un numeroso grupo de residentes acudió a Madrid para colaborar como voluntarias en todo lo que la organización de la beatificación considerara necesario.
Hoy recogemos aquí el testimonio de Leticia Gil, residente del Colegio Mayor Goroabe, que tuvo la oportunidad de estar allí, de colaborar y de participar en este momento tan importante, y que ha querido narrar, de primera mano, su experiencia en este evento.
A.C.: ¿Por qué decidiste ir de voluntaria a la beatificación de Guadalupe?
L.: Lo que me impulsó a ir de voluntaria fue no perder la oportunidad que me brindaban de poder asistir a un momento histórico en la historia de la iglesia. La primera beatificación de una mujer laica, de una mujer que caminaba con los pies en la tierra, pero mirando siempre al cielo… Podría haber asistido sin ser voluntaria, pero, le debo bastante a Guadalupe. Le he pedido muchos favores, bastante ha intercedido por mí, y, ¡qué menos que echar una mano en su beatificación!
A.C.: ¿Cómo te has preparado para esta beatificación?
L.: Empecé a prepararme muchos meses atrás. Conociendo quien fue Guadalupe, leyendo sus cartas, su biografía, asistiendo a coloquios… todo era poco para empaparme de una vida tan normal, pero a la vez tan grande…
Preparar una beatificación no es solo elegir el look que lucir. Preparar una beatificación implica conocimiento del futuro beato. Preguntarse por qué Dios ha escogido, en este caso, a Guadalupe, como modelo actual de santidad. Implica no olvidarse de que los santos son las personas con las que Dios cuenta para hacer realidad sus sueños…
A.C.: Cuéntanos, ¿en qué consistió vuestra colaboración en la organización?
L.: El jueves comenzó nuestra andadura, nos subimos a la furgoneta un grupo de 8 personas y viajamos a Madrid, porque ya el viernes teníamos que comenzar con nuestras funciones. Amanecimos temprano, a las siete de la mañana empezaba nuestra reunión. Al llegar nos esperaban voluntarias para explicar el desarrollo de nuestro puesto de trabajo. Antes nos explicaron la distribución de Vistalegre, cada zona y luego, en pequeños grupos, nos explicaron en qué consistiría nuestro encargo. Me tocó estar en la consigna.
Éramos 12, para así poder dividirnos en los distintos actos. De esta manera podríamos estar fuera y dentro. A mí me tocó trabajar en la consigna durante la tertulia con el Padre.
Al día siguiente, sábado, era el gran día. Llegamos a Vistalegre a las siete de la mañana. Las puertas abrían a las nueve y ya tendría que estar todo listo.
En la misa de beatificación mi trabajo consistía en evitar la acumulación de personas en la entrada. Cuando entraban les indicaba por dónde acudir a sus sitios. Cada entrada estaba marcada. Tendido, pista, palco… par, impar… parecía sencillo. El trabajo se complicó media hora antes de que empezara la misa. A las 10:30 la cola era infinita, la gente estaba nerviosa y entraban oleadas de personas cada vez más numerosas, casi no dábamos abasto indicando. Pero, era impactante ver cómo llegaba la gente, todo el mundo vestía impecable, y lucían sus mejores sonrisas. La gente caminaba feliz. Había reencuentros, fotos de recuerdo, y nervios. Las voluntarias éramos partícipes de todo, pues desde la entrada alcanzas a ver bastante…
Una vez se terminó la cola y ya todos estaban acomodados, pudimos entrar a la misa. Y, fue impactante. Habíamos estado horas antes trabajando con Vistalegre vacío, y de repente, el altar lleno y 12.000 personas ocupando la grada. Sin duda un impacto. Además, tuve la suerte de vivir desde el tendido el momento de la beatificación. Fue emocionante. Creo que nunca voy a olvidarlo…Cuando se descubrió la cara de Guadalupe y todo el mundo empezó a aplaudir. Increíble. ¡Guadalupe ya era beata!
Al terminar, dejamos todo ordenado para el acto de por la tarde. Comimos un buen grupo de voluntarias al sol y allí descansamos hasta las 16:00 que empezábamos de nuevo. Algunas incluso del cansancio nos quedamos dormidas al sol…
Por la tarde, para la tertulia del Padre, el trabajo en la consigna se multiplicó. Los cochecitos nos invadían, también las maletas, los cascos de motos… Cuando conseguimos poner un poco de orden nos conectamos desde el móvil para ver la tertulia en directo.
Volvimos a casa tarde, cansadas pero muy contentas. Había sido un día espectacular. Las emociones nos invadían. Yo casi seguía sin palabras, no por el cansancio, sino por las impresiones que me llevaba.
A.C.: Y ¿qué conclusión obtienes de esta experiencia que has tenido la oportunidad de vivir?
Creo que Guadalupe nos ha movido a muchos el corazón. El fin de semana nos dejó sin palabras, pero es la perspectiva y el reposo lo que nos hace ser conscientes de la grandeza de esta nueva beata. La experiencia como voluntaria ha sido impresionante, desde la coordinación nos siguen reenviando mensajes de agradecimiento de muchos asistentes. ¡La gente es increíble!. Y, aunque fue un fin de semana agotador, volví feliz. Después de meses conociendo a Guadalupe, queriendo llegar a ser como ella, imitándola, echando una mano en su beatificación, vuelvo con muchas ganas de vivir ese “y tan contenta” que le caracterizaba…
Fotografía y vídeo: Opus Dei Communications Office. Leticia Gil.